En el embarazo, las necesidades de nutrientes están aumentadas y una alteración en su ingesta puede afectar la salud materno-fetal.
Actualmente, la dieta de muchas madres gestantes puede ser insuficiente en micronutrientes, y puede ser necesaria su suplementación.
Se recomienda la suplementación con ácido fólico en dosis de 400 μg/día, y de 5 mg en embarazadas de riesgo, debiendo comenzar al menos 1 mes antes de la concepción y durante las primeras 12 semanas de gestación, y prolongarla durante todo el embarazo en madres con riesgo nutricional.
Un elevado porcentaje de gestantes presenta anemia ferropénica, (anemia por falta de hierro), estando recomendado el uso intermitente de suplementos con hierro (intermitente para disminuir los ardores y otros efectos secundarios).
No se recomienda en madres no anémicas (con hemoglobina > 13,5 g/L).
Dado que la absorción de calcio está aumentada hasta un 40% en gestación, no se recomienda su suplementación en madres con ingestas adecuadas (3 lácteos/día).
En madres veganas o con alergia a la leche, recomendamos éste artículo para saber cómo aumentar la ingesta de calcio a través de los vegetales ricos en el mismo: https://www.dietistasnutricionistas.es/calcio-en-dietas-vegetarianas/.
Los suplementos de calcio se deben reservar para madres con ingestas insuficientes y/o que tengan alto riesgo de preeclampsia.
Respecto al iodo (yodo), existen posicionamientos contradictorios por parte de distintos grupos de trabajo, estableciéndose la suplementación con yoduro potásico en mujeres que no alcanzan las ingestas recomendadas con su dieta (3 raciones de leche y derivados lácteos + 2 g de sal yodada).
El yodo es un elemento imprescindible para la síntesis de las hormonas tiroideas. Estas hormonas participan en el desarrollo cerebral, el crecimiento y la regulación del metabolismo.
Un aporte nutricional de yodo adecuado previo al inicio del embarazo y durante el mismo resulta esencial para mantener una correcta función tiroidea en la madre y favorecer la maduración cerebral del feto y el desarrollo psicomotor del niño.
El pescado de mar es la principal fuente de yodo, también la leche y los productos lácteos pero esto depende de la alimentación de los animales. La sal no refinada es otra fuente de yodo (ver Alimentación). Hay que tener el cuenta que el yodo que contiene la sal yodada sólo permanece en el paquete de 3 a 5 meses y esta sal no lleva fecha de envasado, por lo que es difícil saber si todavía tiene yodo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y el Consejo Internacional para el Control de los Trastornos por Deficit de Yodo, la mejor estrategia para evitar el déficit de yodo en la población general es el consumo habitual de sal yodada, y aportar como preparado farmacológico un suplemento extra de al menos 200 mcg de yodo al día a las mujeres embarazadas, a las lactantes y a aquellas que estén planeando un embarazo.
Dado que las vitaminas A y D pueden ser tóxicas para la madre y el feto, no está recomendada su suplementación excepto en casos de deficiencia.
Bibliografía:
Actualización basada en el artículo:
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112016001000002
- Guía de la SEGO para la atención prenatal. Editorial: Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia
- “Embarazo y parto para torpes. Todo lo que debes saber” Emilio Santos. Editorial: Oberon Practico 2011
- “Iodine intake and supplementation and its effect on maternal thyroid function during pregnancy”. Rebagliato M., Murcia M., Espada M., Álvarez-Pedrerol M., Bolúmar F., Vioque J., Basterrechea M., Blarduni E., Ramón R., Guxens M., Foradada C. M., Ballester F., Ibarluzea J., y Sunyer J Editorial: . Epidemiology 2010;21: 62–69.
- Déficit de Yodo